Gutierre Aceves cierra un ciclo al frente de la Casa ITESO Clavigero
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Gutierre Aceves cierra un ciclo al frente de la Casa ITESO Clavigero
Tras más de dos décadas de encabezar uno de los proyectos más significativos en la relación del ITESO con la vida cultural de Guadalajara, el historiador y curador se jubila y agradece que se encontraran su vocación y la de este espacio.
José Israel Carranza
“Muy satisfecho y contento”. Así es como Gutierre Aceves afirma sentirse ahora que se jubila, tras más de 20 años al frente de la Casa ITESO Clavigero. “Creo que logré consolidar un proyecto y proponer exposiciones que recuperaban aspectos inéditos del patrimonio y tenían un toque original, todas producidas aquí”, añade, subrayando el que ha sido un rasgo característico del trabajo curatorial que ha encabezado: como explicará más adelante, “la Casa genera sus propias exposiciones”, lo que quiere decir que detrás de cada una hay un profundo trabajo de investigación y búsqueda.
Y esta satisfacción se conjuga con la que le da haber podido vincular su vocación y su experiencia con el proyecto que fue cobrando forma en esta casa que el arquitecto Luis Barragán construyó para Efraín González Luna en 1928, y que la universidad adquirió en 2001 para ponerla al servicio tanto de la comunidad universitaria como de la sociedad tapatía.
“Termino muy contento de entregar una casa en condiciones óptimas, y con mucho agradecimiento al ITESO, que me dio esta oportunidad de oro de poder hacer coincidir un proyecto de vida personal con un proyecto de vida institucional”, reconoce. Formado en Historia del Arte en la Ibero Ciudad de México, y con una larga experiencia profesional en recintos como el Museo de San Carlos, el Museo Nacional de Arte, el Museo Franz Mayer o el Hospicio Cabañas, del que fue director, Aceves se integró al ITESO en mayo de 2004, invitado por Alfonso Hernández Barba, entonces director del Centro de Promoción Cultural.
Héctor Acuña, SJ, quien era el rector del ITESO en ese tiempo, le propuso a Aceves trabajar para que la casa, que hasta entonces operaba principalmente como galería para exhibir el trabajo de artistas contemporáneos, funcionara en torno a tres ejes fundamentales: la exploración y la conservación del patrimonio, la reflexión sostenida acerca de la vida de la ciudad (la memoria de Guadalajara) y la preservación y la difusión del legado jesuita.
“Le dije que entendía perfectamente lo del patrimonio regional, los temas de la ciudad, pero que no entendía qué papel iba yo jugar en lo referente al legado jesuita”, admite Gutierre. Con la libertad de trabajar con quien considerara necesario para abordar este eje, hizo entonces mancuerna con el investigador Alfonso Alfaro, uno de los conocedores más profundos de la historia de la Compañía de Jesús y cuya labor ha sido clave para la Casa a lo largo de estas dos décadas en las que se suman 62 exposiciones. “Alfonso está etiquetado aquí, al igual que yo”, bromea Gutierre.
Al tanto de la dimensión formativa que debe tener un espacio universitario como éste, el trabajo realizado se ha propuesto que la Casa sea una ventana desde la que el ITESO mira a la ciudad, y viceversa, propiciando experiencias de encuentro con el arte y con la historia que difícilmente pueden encontrarse en otros lugares. “Algo que es fundamental, no sólo para los estudiantes del ITESO, sino también para los visitantes en general, es que las exposiciones se plantean no como algo explícitamente didáctico: todo está pensado para poder disfrutar de la obra, para enfrentarse directo a la obra. Para que las personas miren.”
El trabajo de curador
Una de las labores principales de Gutierre Aceves como director de la Casa ITESO Clavigero ha sido la curaduría, un oficio que a lo largo de los años que tiene ejerciéndolo ha ido evolucionando. Su trayecto en este terreno comenzó cuando la Academia de San Carlos se mudó a Xochimilco, en1979, y abrió una galería, a la que fue llamado a colaborar. Y luego fue abriéndose camino por cuenta propia. “Tenía una habilidad para organizar los materiales, para seleccionarlos y contar una historia con ellos. Mi primera exposición, ya como curador independiente, fue Tránsito de angelitos. Iconografía funeraria infantil, en el Museo Nacional de San Carlos, en 1988. Ahí aprendí todo lo que había que aprender, y a partir de esa exposición ya nunca paré. Después me contrató el Munal, para una exposición de Hermenegildo Bustos, y luego el MARCO... Pero el término ‘curador’, cuando hice la primera, la de los niños [Tránsito de angelitos...], no estaba de moda. Se entendía más como curador a la figura que cuidaba la colección, el que decidía si se restauraba la obra, si se prestaba, si había que depurar la colección, si se adquiría una pieza”.
Pero con el paso del tiempo, “el papel de curador comenzó a cobrar protagonismo, sobre todo en el arte contemporáneo”, añade Gutierre, y enseguida aventura una idea que ha estado dándole vueltas últimamente: “Hay una cosa, que la estoy reflexionando, pero no la tengo todavía del todo clara; tengo la conciencia de que es así, pero no he podido crear una definición. Hasta la fecha, sigo haciendo curaduría que considero como la museografía: que entre menos se note, mejor. Tradicional. Pero, sin darme cuenta, empecé a involucrar cada vez más mi mundo personal con la curaduría, explorando la relación con el texto”. Y repasa algunos ejemplos: las exposiciones Castillo interior: presencia de Santa Teresa en una morada de Luis Barragán (2015), El santo olor de la panadería (2013), Santo Santiago y los tastuanes (2018), Fragilidad y belleza: un diálogo con el Licenciado Vidriera (2017), que se han materializado a partir de esta exploración. “No se usa este nombre, es un término que se me ocurrió: ese tipo de exposiciones son curaduría personal o curaduría de autor”, que consiste en concebir una experiencia a partir del texto, y es algo que ha pensado a partir de su amor por el cine, por realizadores como Fellini, Bergman, Visconti. “No quiero que suene pretensioso, es sólo que se te vienen las ideas y las ajustas”.
Tras concluir esta etapa de su vida profesional, Gutierre Aceves seguirá colaborando con la Casa ITESO Clavigero como asesor, y dedicará también tiempo a escribir, con la finalidad de recuperar la memoria de lo que ha podido hacer, ver y entender gracias a esta labor, con la que este espacio universitario se ha convertido en uno de los puntos más relevantes para la actividad cultural de Guadalajara. En la dirección de la Casa, de manera interina, está ya desempeñándose Bernardo González Huezo, académico del Centro de Promoción Cultural del ITESO.
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