Las Artes Escénicas como herramienta para la salud mental
Por Nancy Sámano
Como Universidad encargada de la formación de estudiantes, estudiantes que están padeciendo emocional y mentalmente, es esencial encontrar estrategias que doten a nuestrxs jóvenes de herramientas para que puedan hacer frente a su situación emocional. Una de estas estrategias son las artes escénicas. Esta disciplina lleva a quien la practica, a un contacto directo consigo mismx, a un reconocimiento de dónde estamos paradxs, qué sentimos para luego volcarlo o expresarlo a través del cuerpo, ese cuerpo que ha estado adormecido y adolorido por no dejarlo expresarse. Además, la escena implica un trabajo colectivo, un contacto con otras personas con las que podemos vernos reflejadxs. Y en específico el teatro conlleva a un valor esencial: a la empatía, a situarnos en los zapatos de alguien más, en este caso, de un personaje, para poder interpretarlo. Las materias de Artes Escénicas se caracterizan porque el vehículo para expresar la disciplina artística es su propio cuerpo, al contario del músico, escultor, escritor o pintor cuyos vehículos son un instrumento, la arcilla o barro, las letras y un papel o un lienzo y los colores, respectivamente. En la escena el individuo deja de ser individuo para ser una obra de arte; no se desnuda frente al público sino, más bien, deja de ser el mismo. A la vez, la persona abre su conciencia y entendimiento a su entorno, hacia el otro; desarrolla capacidades integración, interacción, trabajo en grupo, interiorización y exteriorización, comunicación, trabajo corporal, disciplina y creatividad. Los resultados que se han encontrado en las clases de artes escénicas del ITESO son evidencia de los valores trascendentales y urgentes a estimular en nuestra actualidad.
Los programas de estas materias refuerzan la práctica con un contenido teórico basto que completan el aprendizaje y entendimiento del que aprendiz. Con ello, los valores que los alumnos han expresado con respecto a estas materias, además de los conocimientos adquiridos sobre la disciplina cursada, son de apertura hacia el otro, desinhibición, tolerancia, mejor manejo de la comunicación, equilibrio emocional, des estrés, disciplina, sentido de comunidad, gusto por las expresiones artísticas, entre otros; valores que se consideran importantes y esenciales para la formación integral de un ser humano, y que hoy más que nunca son necesarios.
La realidad actual se ve protagonizada por un individuo que cada vez es más individuo. Un ser enfocado a las tecnologías, a una comunicación e interacción a distancia, a un estrés derivado de la exigencia de tener y llegar a ser, a un desarrollo personal competitivo, y a un individuo con "congelamiento corporal" evidente. Es decir, el ser humano tiene prácticamente el mundo al alcance de su silla y de una computadora, al alcance de sus dedos pulsando su celular, o al alcance de su mano sobre un control remoto dirigido al televisor. Es un individuo que se mueve poco, incluso al hablar pues ya no hay la necesidad siquiera de gesticular o hacer ademanes con el cuerpo, pues la comunicación se reduce a textos en pantallas diminutas.
De manera errónea, culturalmente se cree que la salud emocional y física solo depende de terapeutas y de entrenadores o gimnasios. Lo cierto es que el arte, tanto su práctica como su apreciación abona tanto a la salud emocional como física. Su efecto en el ser humano ha sido analizado desde la psicología, sociología, neurología y filosofía. Al igual que el deporte, el arte detona en el cerebro y -más filosóficamente hablando- en la esencia del ser humano, una manera equilibrada de estar en la realidad: "…son múltiples las áreas cerebrales que interaccionan durante la experiencia artística. En primer lugar, cuando se observa un cuadro o se escucha una canción, se produce una respuesta sensorial y motora. En el proceso interviene también el conocimiento y el significado, que dependen de la experiencia, el contexto y la cultura de cada individuo… entra en juego la emoción y la valoración, sujetas al sistema de la recompensa que involucra al placer… Existe cada vez más evidencia de los beneficios físicos y del estado de salud general a los que se asocia la percepción y los procesos creativos artísticos, existen incluso proyectos que evalúan de manera concreta estos beneficios".
A través de la coordinación de Artes Escénicas (AE) del CPC, se pretende posicionar a las artes escénicas como una herramienta para la salud mental de los y las jóvenes del ITESO a través de distintas estrategias que permitan quitar prejuicios sobre el arte, abrir nuevos espacios de apreciación y de formación. Esta disciplina implica un trabajo colectivo, un contacto de ojos, un contacto físico con el otro, un contacto directo con unx mismx. En específico el teatro conlleva un estar con uno mismx, una introspección, un reconocimiento de quiénes somos y de nuestras propias fortalezas y capacidades, para entonces situarnos en los zapatos de alguien más (del personaje a interpretar) y poderlo entender, es decir, motiva y estimula la empatía a otras realidades. David Le Bretón dice: "Una actividad cultural debería ir encaminada a que cada uno se encontrara consigo mismo, se reconociera en su interior, entablara un diálogo íntimo sin salir de sí, ayudándose de los instrumentos que la cultura debiera poner a su alcance. Pero en lugar de eso tenemos una cultura que es cada vez más de masas y menos de personas, en la que es imposible reconocerse. También es importante oponer resistencia a las formas invasivas de la cultura mediante el silencio". El mismo Le Breton hace énfasis en las técnicas para superar el dolor sufrido, técnicas del cuerpo y técnica del sentido, le llama él, y que tienen que ver con disponer al propio cuerpo y mente a interiorizar o profundizar a el y la individua misma, por ejemplo: la hipnoterapia que, junto con el paciente se construye un escenario para que el dolor sea cada vez menos insoportable. Habla también de la autohipnosis, la meditación y la relajación. El teatro trata precisamente de esto, no de manera particular como sería una terapia uno a uno y hablar de la propia experiencia, pero de usar la vida misma para representarla en un escenario ficticio, poder volcar esa emoción insoportable en una representación o sublimación como dice Le Breton.
Las AE involucran al cuerpo mismo como vehículo de expresión, es decir, no es un lienzo, no es un instrumento musical, no es el barro, no es la pantalla donde vamos a poner nuestra expresión: es mi propio cuerpo el que representa en sí mismo una pieza artística. La introspección, la meditación, el silencio son claves para quien estudia teatro; son herramientas que encaminan tanto a entenderse a unx mismx como al personaje que se quiere interpretar: "…el silencio implica una forma de resistencia, una manera de mantener a salvo una dimensión interior frente a las agresiones externas. El silencio nos permite ser conscientes de la conexión que mantenemos con ese espacio interior, la visibiliza, mientras que el ruido la oculta".
Las dinámicas que suceden en las AE pueden reposicionar el estar del estudiante y darle las herramientas para enfrentar su realidad de manera sana, colectiva, empática y creativa.
Ante la pregunta de Yael Weiss, "¿Será que los artistas del sufrimiento pudieron superar el dolor contando sus historias a través de la literatura, el cine, etcétera? ¿Es (el arte) una manera de trascender y de darle sentido al dolor del ser?" Le Breton responde: "Claro. Son formas de sublimación. Son formas de recuperar el control sobre la adversidad que nos hace daño. Transformar su infortunio en una oportunidad para hacer un libro sobre la prueba que se superó, o el dolor crónico que ha sufrido por años. Hacer con ello una película, una canción, una obra de arte, una danza…"
-Nancy Sámano, Coordinadora de Artes Escenicas.