El ITESO y la conservación de las aves
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El ITESO y la conservación de las aves
Bolsero dorso rayado / Icterus pustulatus |
Cuclillo canela / Pitaya cayana FOTO: A. Gómez |
A finales de invierno y principios de primavera los jardines son testigos de la galantería y coquetería de los machos exhibiendo el colorido o exaltación de sus plumas ante una hembra que aparenta ingenuidad. Todo este espectáculo se envuelve en una atmósfera sonora saturada de cantos.
El otoño ofrece una elegancia visual de tonalidades ocres y abundancia de semillas, que dan la bienvenida a los migrantes del norte, que han volado miles de kilómetros para llegar hasta aquí. Con el verano comienzan las lluvias, y el ITESO se convierte en una explosión de vida: hongos, yerbas por todos lados y una gran abundancia de insectos, esto es, alimento para crías hambrientas que no dejan de crecer.Cuando está por terminar la primavera, hemos sido testigos desde la ventana de algún salón u oficina, un pasillo o un balcón, de la construcción detallada, precisa y paciente de un nido. En este proceso estamos invitados a reflexionar sobre la fidelidad, el milagro de la vida y el cuidado amoroso de los padres a la cría.
El invierno es el clímax comunitario, donde aves residentes y migratorias habitan este campus universitario. Con su presencia las aves, además de aportar procesos tróficos, esto es cadenas de alimentación, son una invitación a la contemplación y la construcción de realidades de alegría y esperanza
Juan Gabriel Morales, Profesor de Ecología del ITESO