Las calles del laberinto en el que vivimos son las venas que nos conectan como sociedad, pero los dueños de este pulso son los hombres, porque me enseñaron que lo que lleva mi nombre es mío. Los nombres de las calles son los recuerdos y la memoria colectiva de las personas que las caminan, pero si las mujeres no tienen espacio en sus propias arterias para existir y apropiarse de ellas, entonces, ¿cómo pueden encontrar su lugar? #CaminarLaCiudad